Este comportamiento comprende una de las áreas más estudiadas en cuanto a etología de los peces. Es un componente integral del comportamiento migratorio exhibido por los peces.
La habilidad de “crear” estos hogares, sobretodo la capacidad para volver a hábitats ya conocidos, es un punto clave en el éxito del tránsito de un tipo de hábitat a otro.
Los peces han demostrado tener un territorio bastante definido en donde pasan la gran parte de su tiempo. Este territorio puede ser desde unos pocos metros (hablando de peces en libertad, en su hábitat natural) hasta varios quilómetros (línea de costa, lagos, ...).
Varios experimentos han demostrado la habilidad de distintas especies de peces para regresar a sus “hogares” después de haber sido trasladados a zonas distantes. La mayoría de peces son capaces de hacerlo en rangos de distancias cortas. Pero se sabe de algunas especies que pueden regresar a puntos muy concretos desde distancias de hasta 23 km, un dato más que respetable teniendo en cuenta el tamaño normal de un pez típico marino, por ejemplo.
Para que todo esto sea posible, las señales por las que los peces se orientan deben incluir una combinación de entidades físicas y químicas, así como patrones simples de búsqueda al azar de ese “hogar”.
Aquí acaba el artículo referente a las taxias. Aún quedan más aspectos interesantes sobre el comportamiento de los peces, que explicaremos en el siguiente artículo de comportamiento: El comportamiento social de los peces.
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